Estimado Director:

Hemos leído con mucho interés el trabajo

“Particularidades de la meningoencefalitis eosinofílica en la era del caracol gigante africano”

publicado en la Revista Cubana de Investigaciones Biomédicas.¹

Resulta muy acertado por parte de la revista publicar este artículo, dada la creciente incidencia de casos de meningoencefalitis eosinofílica por el helminto Angiostrongylus cantonensis en distintas regiones del mundo y su emergencia en Latinoamérica.¹

En la actualidad existe una gran propagación del caracol gigante africano (Lissachatinafulica), que constituye una de las tantas especies de caracoles que pueden ser hospederos intermediarios del microorganismo. Por tal razón se necesita de acciones concertadas para tratar a los pacientes con esta enfermedad.¹

Leyva-Hernández y otros¹ describen que la síntesis intratecal de IgG media fue mayor en los enfermos en la actualidad, aunque no de manera significativa, en relación a los casos anteriores a la introducción del caracol gigante africano. Este hallazgo puede alertar de una mayor agresividad del helminto y de la probabilidad de que ocurra disfunción de la barrera sangre-líquido cefalorraquídeo. ⁽¹

Se describe también en los pacientes con meningitis eosinofílica por Angiostrongylus cantonensis la síntesis intratecal de moléculas iniciadoras de la vía de las lectinas del sistema del complemento. Es evidente que este elemento del sistema inmune puede intervenir en la prevención o la patogenia de las manifestaciones clínicas de la enfermedad en cuestión.^2,3)

En los países tropicales y subtropicales, sobre todo en el periodo de lluvia, pueden coexistir infecciones de Angiostrongylus cantonensis con bacterias, parásitos, virus (dengue, zika o chikungunya) u otros helmintos. Estos agentes infecciosos pueden causar manifestaciones neurológicas, lo que complica aún más la situación sanitaria de la región.⁴

En la actualidad, el mundo se enfrenta a la pandemia de COVID-19. Se describe que su agente causal el SARS-CoV-2, un virus neurotrópico que puede afectar al sistema nervioso central y periférico. Se reportan casos, sobre todo de edad avanzada y con comorbilidades asociadas, con manifestaciones neurológicas graves como meningitis, encefalitis, ictus y encefalopatías, lo que puede complicar la situación actual del país. Sin embargo, si se toman medidas como el lavado frecuente de las manos, podríamos evitar, tanto la COVID-19, como la meningoencefalitis eosinofílica, porque no hay contaminación posible con la baba del caracol.⁵

Leyva-Hernández y otros¹ alertan que en la actualidad en Cuba existe una incidencia elevada de pacientes con edad promedio mayor.¹

Esta situación es algo preocupante, pues en estos enfermos, generalmente, es mayor la prevalencia de comorbilidades que agravan el pronóstico y la evolución en casos de COVID-19. Las posibles repercusiones de estas coinfecciones durante y con posterioridad a la COVID-19 se desconocen y plantearán, sin lugar a dudas, un gran reto.

Estamos ante la presencia de un excelente estudio que destaca las particularidades de la meningoencefalitis eosinofílica por Angiostrongylus cantonensis en la era del caracol gigante africano. Es trascendente el intento de hallar generalizaciones en una entidad que en la actualidad es un problema aún por resolver.

Sirvan artículos como el presente para favorecer el debate y el trabajo conjunto entre los que nos dedicamos al estudio y diagnóstico de las enfermedades neurológicas. Así como para resaltar la necesidad de realizar mayor cantidad de análisis neuroinmunológicos en el LCR.

Esperamos que en el futuro se pueda enriquecer aún más el tema con otros reportes que aparezcan a la luz de las actuales condiciones.